Vendimia procede del latín “vindemia”, una palabra
compuesta por el sustantivo “vinea” (viña) y el verbo “demere” (quitar,
arrancar, tomar, retirar). Es decir, es la acción de tomar o retirar el fruto
de la viña y lleva realizándose desde hace miles de años. Una prueba de ello la
encontramos en la mitología griega con la deidad Dioniso o Baco, el dios de la
vendimia y el vino. Esta actividad recolectora puede ejecutarse de forma manual
o mecánica y uno de los factores más influyentes en su elección es la orografía
de la viña.
En la región vitivinícola del Priorat la vendimia
mecánica es prácticamente inexistente. ¿Existe alguna máquina capaz de desplazarse
por viñas con pendientes pronunciadas o por cepas centenarias plantadas a menos
de un metro del suelo? Pasan los años y abuelos, padres e hijos siguen
vendimiando de la misma forma: a mano, ayudados de unas tijeras y cubos, y
poniendo su cuerpo en riesgo. Por suerte, actualmente disponemos de calzado
antideslizante que permite mayor firmeza y seguridad en el trabajo. ¿Cómo lo
hacían nuestros mayores cuando caminaban por los empinados “costers” con sus
“espardenyes” o calzado de poco agarre?
Todo un ejercicio físico, de resistencia y de
equilibrismo el que hacen los vendimiadores y vendimiadoras valientes que
recolectan en los “costers”. Gran proeza es mantenerse en pie en pendientes pronunciadas
como es el caso de El Pastelero, de la bodega Balmaprat, o de Mas de la Rosa,
de Celler Vall Llach que alcanza hasta el 80% de desnivel, por ejemplo. Gran
proeza es agacharse hasta el suelo para recoger los racimillos que puedan
albergar las cepas centenarias. Gran
proeza es transportar encima del hombro o con las manos el cubo lleno de uva
por el “coster” hasta el tractor, sorteando obstáculos y caminando por la
resbaladiza llicorella.
Josico, propietario de la bodega Balmaprat en la viña El Pastelero - Vistas desde la viña Mas de la Rosa |
Vendimia 2014 de Vall Llach |
Hace dos años tuvimos la oportunidad de vivir de
cerca una vendimia en el Priorat gracias a las bodegas Balmaprat y Vall Llach de
Porrera. Presenciamos la rudeza, la cercanía de los vendimiadores y su respeto
por la uva y la naturaleza, el maravilloso paisaje otoñal lleno de vibrantes
colores, los descansos para almorzar y recuperar fuerzas, los silencios
indicadores de cansancio, los masajes rápidos a sus espaldas deslomadas, la
alegría de finalizar una larga jornada y descansar.
Vistas desde viña El Pastelero |
La vendimia en el Priorat es una actividad tan real,
cercana y humana que te atrapa, te cautiva para siempre. Por eso, este octubre
volvimos para compartir momentos irrepetibles con toda la familia de Balmaprat
y los amigos Victoria Ibáñez & cía, Gastrono_Vi y Malviatge. El reloj de la
iglesia de Porrera marcaba las nueve de la mañana cuando llegábamos a la viña
El Pastelero donde Josico, propietario de Balmaprat, ya llevaba un rato
vendimiando. Tras más de cuatro horas recorriendo la viña en sentido ascendente
se recogieron unos 450 quilos de 4.300 cepas, es decir, un discretísimo
rendimiento de 100 gramos por planta!
Familia Balmaprat en la vendimia 2015 |
No podemos más que respetar y alabar a Josico y a
todas las personas que como él trabajan en el siglo XXI de forma manual las
viñas plantadas en “costers”. Horas y horas dedicadas durante todo el año a
labranza, poda, abono, etc para que llegue la vendimia y recolecten el fruto
preciado de sus cepas, aunque sea una cantidad tan exigua como 450 quilos. Un
esfuerzo humano y económico que ojalá todos supiésemos reconocer, ya fuese
comprando sus vinos o respetando sus vides cuando caminemos por las viñas.
Porrera desde la viña El Pastelero |
El Priorat alberga una Denominación de Origen Cualificada, el máximo sello de calidad para una región vitivinícola en España, y su sociedad civil ha impulsado la candidatura para que el paisaje cultural de la región se incluya en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Dos relevantes hitos que la sitúan en un lugar destacado y que deberían bastar para ser cuidada y respetada por todos. Ojalá lo hubieran tenido en consideración las personas que asistieron hace pocos días de público en tramos del Rally RACC Catalunya-Costa Daurada. Llenar las viñas y los olivos de basura así como arrancar cepas centenarias no es la mejor demostración de estima para esta hermosa tierra y sí una falta de respeto al trabajo y dedicación de los mayores que nos legaron la tierra y sus frutos. Esperemos que si existen nuevas ediciones de este acontecimiento deportivo se pongan los medios para que no se vuelvan a repetir estos deplorables hechos que a la postre empobrecen nuestro paisaje y cultura.
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