domingo, octubre 26, 2014

Celler Cal Pla, la herencia continúa en Porrera

BY El rincón del paladar IN , , , , , , No comments


Uno piensa cuando llega al Priorat que todas las bodegas se encuentran en una edad de unos 30 ó 40 años como máximo, que nada puede superar esa cifra. Como si el renacimiento que instauraron los Closos del 89 fuese el big bang de la tradición vitivinícola. Pero eso queda desmontado si uno se cita con elaboradores como Joan Sangenís, que nos hizo un recorrido por la bodega y las viñas de Cal Pla, en Porrera. 


La bodega está repartida en cuatro ubicaciones diseminadas por el pueblo dado que la mayoría de las casas no disponen de un tamaño propicio para una empresa que elabora unas 100.000 botellas, amén de las añadas de guarda que se han ido almacenando a la espera de mejores tiempos en las que degustarlas. Comenzamos la visita en la zona de vinificación, situada en una especie de almacén en la calle que sube hasta el Encastell. Allí explicó cuáles son sus menesteres desde la vendimia hasta la crianza, además de su idea sobre la vinificación tanto en blancos como en tintos. Derrapadora, prensa y tinas de inoxidable se unen a tres depósitos de cemento revestidos de pintura epóxica, en los que se lleva a cabo la fermentación alcohólica de los vinos con más salida, Cal Pla y Mas d’en Compte.

Las variedades que trabajan son garnacha, cariñena y cabernet para los tintos, y garnacha blanca, xarel·lo, moscatel y picapoll para los blancos. Los porcentajes varietales en cada vino dependen en gran medida del curso de la añada, lo cual es lógico si pensamos que así es como los elaboradores equilibran los vinos, en función del estrés hídrico que haya padecido la planta o por ejemplo la acidez de la que intrínsecamente disfrutan unas y otras. En este caso Joan utiliza el cabernet para otorgar estructura en los vinos más jóvenes puesto que también las viñas de las que provienen son siempre las más jóvenes, entre 10 y 30 años. La vendimia se realiza en cajas en la viña joven y en capazos en los costers de más edad. Y la apuesta por la garnacha y la cariñena les permite vinificar las dos variedades por separado excepto en años como 2013 en que la maduración se retrasa y pueden solapar vendimias y fermentaciones. Recordemos que la garnacha es una variedad de ciclo corto, que normalmente Cal Pla la suele vendimiar la primera quincena de septiembre y la cariñena de ciclo más largo, encajándose en la segunda mitad de septiembre y hasta bien entrado octubre. La orientación en este caso marca bastante la fecha de vendimia, pues al estar encaradas bastante al sur (sobre todo la cariñena del Planots) esto hace que se adelante su maduración. 


Dejamos la zona de vinificación y sólo tuvimos que cruzar al otro lado de la calle para visitar la zona de barricas ubicada en los bajos de una casa antigua que ha pertenecido a varias generaciones de la familia. Entrar en ella supuso un viaje en el tiempo que nos llevó a vivir cómo eran las casas y bodegas de la Porrera de siglos anteriores. Pudimos imaginar los antepasados de Joan construyendo estos bajos con techos abovedados y decorándolos con grandes consejos vitivinícolas a modo de capilla.  En ellos se alberga una tercera parte del total de las botas que posee Cal Pla, acompañadas de grandes fudres, algunos provenientes del siglo XIX.

La última parada antes de ir a viñas fue la calle Prat de la Riba donde tienen las oficinas y la sala de catas, además de otra buena tanda de barricas en sus tripas. A sabiendas de que el mercado marca tendencia y que parece cansado de aromas terciarios, Joan sí entiende sus grandes vinos ensamblando taninos y domándolos a través de la madera. Alberga dudas de que grandes vinos que se están haciendo en el Priorat sin casi madera puedan disfrutar de una gran longevidad. Las características de los suelos y por ende de las cosechas en el Priorat así parecen permitirlo. 


Subimos a la sala de catas donde degustamos una gran representación de su gama de vinos:
Mas d’en Compte Blanc 2010. Un blanco con color dorado ambarino, muy complejo en nariz. Frutos secos, pan de leña, notas de almendra verde. Se guarda en barricas nuevas de roble francés y húngaro. El hecho de ser nuevas más el battonage con sus lías otorgan al vino una complejidad sin igual, y una longevidad de la que Joan se siente muy orgulloso. De hecho, alguna vez abre botellas de la primera añada (1998) y comenta que aguantan incrementando aún su complejidad.
Cal Pla Negre 2012. Por su precio (en torno a los 9 euros) algunos pensarían que es el vino joven de la bodega pero sus 12 meses en barrica usadas de tercer a sexto año aproximadamente niegan esta idea. Predominando la fruta por encima de cualquier nota de bota, que quizás se percibe más en boca, con unos toques balsámicos y especiados. Ganará con el tiempo.
Mas d’en Compte 2011. Un vino reflejo de una añada muy difícil. Habiendo degustado otras añadas te das cuenta de lo mucho que influye la climatología en cada vendimia. Alcohólico, con notas de sobremaduración, de fruta en licor, notas verdes… Aconsejaríamos (y también Joan) guardar dos o tres años antes de abrir. Posiblemente entonces haya domado esas aristas. Como curiosidad, este vino fue premiado hace dos años, en la añada 2009, con 96 puntos Parker, sólo superado en Priorat por Clos Martinet. 
Planots 2008. Su paso 14 ó 15 meses por bota nueva de roble francés no se notan en exceso, ensamblada perfectamente por una garnacha y una cariñena de la finca de Mas d’en Caçador con una estructura avasalladora. El dominio en porcentaje de una u otra variedad lo marca la añada. En años más calurosos, la cariñena y en más frescos, la garnacha. A punto ya para beber. Es la joya de la corona de Cal Pla y un grande del Priorat.


Dado que el sol comenzaba a flaquear decidimos que era el momento de acercarnos a las viñas, unas cuantas de las 25 hectáreas que Cal Pla posee. A unos 2 kms saliendo de Porrera hacia Torroja está el desvío para llegar a Mas d’en Caçador, una montaña plantada en su mayoría de garnacha y cariñena en viejos costers que quitan la respiración. Tierra de perdices (subiendo vimos nada menos que cinco) y de secano, la viticultura aquí se convierte en heroica. Casi al inicio nos mostró las plantas de cariñena de 85 años que utilizan para el vino La Carenyeta de Cal Pla. Son 2’5 Ha de la que hacen unas 2.000 botellas y con las que complementan el Mas d’en Compte. Hacia la mitad de la montaña se encuentran los viñedos de garnacha de Joan, orientados hacia Gratallops (oeste) y un poco más abajo los de cariñena. Ambos darán origen a su vino más preciado, Planots. Y en la parte más baja están la garnacha blanca y el picapoll del que elabora Mas d’en Compte Blanc

Volviendo hacia Porrera Joan nos comentó uno de sus sueños que es restaurar y recuperar la masía Mas d’en Compte, con cerca de 2.000 m2 y que supondrá sin duda un desahogo en el almacenamiento actual de botellas y barricas. Será sin duda un duro y largo proyecto que le reportará beneficios logísticos y sobre todo satisfacciones personales.

sábado, octubre 11, 2014

Vins del Tros, materia prima en la Terra Alta

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Este verano decidimos dejar por unas horas las vacaciones en el Priorat y cruzamos hacia el otro lado del río Ebro, donde comprobamos que en la Terra Alta también hay vida vinícola de calidad! Un viernes por la mañana viajamos hasta el pueblo de Vilalba dels Arcs para visitar Vins del Tros

La primera vez que oímos hablar de esta bodega fue a finales del año 2012 cuando adquirimos Señora Carmen, el mejor vino tinto catalán según la Guia de Vins de Catalunya de la edición 2013. Tras él, hemos tenido la oportunidad de degustar otros vinos de Vins del Tros como el Tremenda y Lo Morenillo. La destacada calidad y personalidad de todos ellos nos generó el deseo de conocer algún día las viñas y el proyecto vitivinícola que había detrás.    


Fueron más de tres horas las que compartimos con Joan Ramon Bada, uno de los tres socios de Vins del Tros. Una persona próxima, sencilla, agradable, sincera y que conecta rápido con la gente. Empezó la visita explicando el origen de la bodega, con sus inicios como Algramar, una sociedad de varios hermanos de Barcelona que no tuvo la fortuna de sobrevivir y fue cedida a Joan Ramon y a Josep Arrufat para su conversión en lo que hoy es Vins del Tros. Al proyecto vitivinícola de nuestros dos protagonistas se ha unido hace poco un tercero, Xavier Orobitg, más enfocado a temas comerciales. Joan Ramon nos mostró las tinas de fermentación: fudres de 4500 litros para la cariñena del Tremenda y parte de la garnacha del Ay de Mí, e inox para el resto de variedades y fincas.

Con la sinceridad que le caracteriza nos indicó que los vinos blancos, por motivos logísticos se derrapaban y estrujaban en otra bodega cercana, recepcionando ya directamente el mosto que sí fermenta en sus instalaciones. Según explicó toda la levadura utilizada es natural así como la acidez del vino. Únicamente añaden sulfitos en pequeñas dosis a la entrada de la uva o mosto. Evidentemente la fermentación se controla a nivel de temperatura, contando con varias placas a modo de intercambiador frío/caliente.
La crianza es bastante heterogénea. Huyendo, como es una tónica aceptada por casi todo el sector, de largas crianzas en barrica, apuestan por depósitos de madera de mayor capacidad y ánforas. Con ello intentan preservar la fruta y mantener el carácter de la variedad, por encima de aromas terciarios muy pesados. Así, en 2013 la garnacha del Señora Carmen descansa en un bocoy de 500 litros y para 2014 se han encargado dos de 700 para su estancia durante 12 meses. Con respecto a Lo Morenillo, sin DO por problemas de índole burocrática, una parte de la crianza se realiza en barrica y la otra, en ánfora. En el caso de los nuevos vinos Brisat Àmfora y Morenillo Àmfora la crianza se lleva a cabo en ánforas de 450 litros ante una clara apuesta por la autenticidad de la variedad.

Directamente de las botas probamos el que será Señora Carmen 2013. Mucha frescura, acidez y muy directo pero tremendamente elegante. En segundo lugar degustamos una muestra del futuro Ay de Mí 2013, un vino con más “punch”, de garnacha y cariñena en el que ha prescindido de syrah y del que elaboran unas 12.000 botellas. Y por último también directamente de la bota una cariñena de viña de 45 años, que será el Tremenda 2013. Gran estructura, muy potente pero no muy tánico. Le falta equilibrarse.

Antes de abandonar la sala de barricas Joan Ramon dio muestras de su gran generosidad y nos obsequió con la mejor esencia de vino rancio que hemos degustado nunca. Se mostró brutalmente complejo, lleno de matices. Un vino auténtico que hará llorar a los amantes de los rancios y del que sólo tiene previsto embotellar la friolera de 15 – 20 botellas. ¡Una pequeña gran joya vinícola!

Sin casi dejarnos respirar fuimos hasta la vinoteca que hay enfrente de la bodega para degustar los siguientes vinos:
Te la dedico 2013. Garnacha blanca y chenin blanc. Vino blanco sin madera pero con un buen trabajo de 4 meses con sus lías. El chenin de altura le otorga una frescura que por sí sola difícilmente la garnacha conseguiría.
Cent x Cent 2013. Garnacha blanca de 85 años de la parcela “Pla de Pey”. Llena de aromas mediterráneos como el hinojo, el tomillo o laurel ha ganado en sutilidad gracias al abandono de la madera.
Brisat 2013. Blanco fermentado durante 35 días a temperatura muy baja. Durante 25 días macera con las pieles, confiriéndole un color que podía descatalogarlo en cualquier cata profesional. Sin embargo ni nariz ni boca opinan lo mismo pues es bastante complejo y ofrece matices que ni el Cent x Cent llega a alcanzar. Y eso que Joan Ramon nos aseguró que le falta tiempo de botella.
Morenillo Àmfora 2013. Tras 5 meses en las ánforas de 700 litros nos dio a probar este vino que inicialmente se mostraba muy tímido, dominado por las “notas verdes”, muy herbáceo. A posteriori derivó hacia matices más frutales, de chuchería y finos lácteos. Elaborado con la variedad de uva morenillo de la que deben quedar entre 4 y 5 hectáreas en toda la Terra Alta.
Tremenda 2012. Cariñena que macera sutilmente unos 4-5 días. Tras un inicio muy tímido, reducida, comenzó a despertar y a mostrar fruta fresca, especias, y fruta negra no compotada. Frescura. Lo esperaremos…

Tras haber degustado prácticamente todo lo posible Joan Ramon propuso visitar las viñas y no nos pudimos resistir! Pisamos el Pla de Pey, 85 años de una garnacha blanca certificada como unas de las más longevas de la Terra Alta. A continuación, nos acercamos a la finca de La Bassa, donde nos mostró la garnacha negra de 40 años que destinan al Ay de Mí, con una variabilidad de suelo que te hace pensar en la dificultad que conlleva su labranza. Allí finalizamos la visita a Vins del Tros agradeciendo sumamente a Joan Ramon su atención, dedicación y pasión por su trabajo y prometedor proyecto de la Terra Alta.