viernes, agosto 29, 2014

Mas Martinet, el relevo generacional de uno de los grandes del Priorat

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Cada verano empieza a ser una tradición que viajemos unos días al Priorat y disfrutemos de su paisaje, gentes y bodegas. Había una de ellas que nos hacía especial ilusión visitar, por su influencia en el llamado “Renacimiento del Priorat”, y este año pudimos verla de cerca. Fue todo un placer visitar una mañana la mítica MasMartinet. Llegamos antes de las 11hs., hora de la cita con Gemma Marco, la persona “que hace de todo”, como ella misma se definió. Una de esos trabajadores que visitando bodegas cada vez es más habitual encontrar. Tareas administrativas, comerciales, relaciones públicas…


Mas Martinet es visible desde la carretera (Falset a Gratallops) gracias a una peculiar palmera que a modo de enseña distingue el punto donde empezó esta aventura Josep Lluis Pérez. Allí fue donde se plantaron hace ya 30 años las variedades foráneas (Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah) con el objetivo de hacer un vino al estilo de los Grand Cru franceses. También más allá de la carretera, encontramos la finca denominada Clos Martinet, una pendiente plantada a ambos extremos de la montaña con una alta densidad de plantación (1 planta cada 0’5 mts.) y con emparrado con aros, tipo que ya vimos en Finca Viladellops del Penedès, asesorada por Pérez. Con ello trataban de obtener una mayor producción, amén de la competencia que esto suponía para las plantas. En el año 2000 tomó las riendas de la bodega la hija de Josep Lluis, Sara Pérez, que dará un giro hacia tendencias más modernas, apostando por variedades tradicionales (Garnacha y Cariñena) y abandonando el rumbo de la sobreproducción de su padre. Así vemos que en la parte alta de la finca de Clos Martinet se sustituyen las plantaciones francesas emparradas a autóctonas y en vaso, progresivamente, a pesar de que en su vino insignia mantienen las variedades del país vecino, en pequeñas proporciones. Josep Lluis, más enfocado a proyectos personales, como conseguir un vino totalmente natural, ha dado un paso al lado aunque como nos dijo Gemma su espíritu científico le impide dejar la investigación completamente.


Nuestra anfitriona nos hizo una buena introducción de sus tres vinos de finca, que ya conocíamos por Sara pero que vino bien recordar. Escurçons, cuyas uvas se vendimian en la parte alta del Priorat, a 600 mts., dando vista a Falset. Una finca de garnacha prefiloxérica que probamos en la bodega y del que elaboran (junto con una parte de syrah) unas 4.000 botellas. Camí Pesseroles, con unas 2.500 botellas, nace de una finca cerca de Gratallops, de cariñena de viñedo viejo (complementada con garnacha). Y del vino más emblemático, el Clos Martinet se lanzan al mercado 15.000 botellas en años de condiciones climatológicas sin incidencias, aunque desde 2010 no han podido pasar de las 8.000-10.000 botellas (sequía, piedra, enfermedades…). Desde ese mismo año también están certificados por CCPAE como vinos ecológicos.


Ya en la bodega Gemma nos mostró los cubos de fermentación, los fudres de 4.000 y 2.500 Lts. en los que descansan el Martinet Bru (menos contacto con madera, más fruta), su vino más joven y desenfadado. Y en la sala de barricas… bueno, barricas, garrafas de vidrio, ánforas y huevos de arcilla… Sobre todo la arcilla está más pensada para Escurçons, en lo que es un claro intento de no alterar el carácter del terroir más puro de la garnacha de altura, esa sensación etérea que tanto le gusta remarcar a Sara. El roble está más enfocado a Clos Martinet y Pesseroles, en cuyo caso la madera ayuda a remarcar el fuerte carácter arraigado a la finca. Más sorprendente si cabe es conocer que los plazos en los que entra y sale el vino de estos recipientes no siguen un criterio fijo cada año, sino que es Sara la que los decide, según las sensaciones que le transmiten en cada momento. Algo bastante lógico si pensamos en las grandes diferencias que puede haber entre varias añadas, que impiden tratar con igualdad dos vinos de una misma finca.

Algo en lo que MasMartinet lleva tiempo invirtiendo recursos y tiempo es el anexo cementerio de botellas que están construyendo. Utilizando materiales sostenibles como la cal, aportando el mínimo hormigón posible y emplazándola bajo tierra intentan evitar y/o minimizar el uso del aire acondicionado. Con el proyecto también pretenden hacerse con un stock anual de botellas que les permita sacarlas al mercado cuando consideren que se encuentran en óptimas condiciones de consumo. Por ejemplo comercializar botellas de 5, 10 y 15 años atrás. Una gran idea si distribuidores y consumidores les damos un respiro.

Con la cata de Martinet Bru 2010, Escurçons 2011 y Clos Martinet 2011 charlamos y gastamos una buena porción del tiempo de Gemma, a la que agradecemos enormemente su atención. Y de paso les animamos a que estandaricen este tipo de visitas y las mejoren, cosa que nos comentaron estaban estudiando, pues la calidad de sus vinos bien lo merecen y sus seguidores así lo esperamos.

domingo, agosto 17, 2014

Sangenís i Vaqué, la tradición del vino en Porrera

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El Priorat es tierra de gran tradición vinícola y por ello es fácil encontrar bodegas que destinaban el vino elaborado a la cooperativa del pueblo, para consumo familiar o bien lo comercializaban a granel. Puede que alguno de vosotros tenga algún recuerdo de sus abuelos o padres yendo a tienda o directamente a la bodega del pueblo a comprar las garrafas del vino que consumiría en casa durante la semana.
Una de estas tradicionales bodegas prioratinas es Sangenís i Vaqué, ubicada en la plaza Catalunya de la localidad de Porrera. Fue creada en el año 1978 por el matrimonio Pere Sangenís y Conxita Vaqué, que decidieron llevar a cabo un proyecto común aunando una antigua bodega y unas fincas recibidas de sus respectivas familias en herencia. Cultivan las variedades autóctonas garnacha y cariñena y en menor medida syrah, cabernet y merlot. Su principal actividad comercial era la venta a granel hasta que en 1995 fueron pioneros en Porrera y empezaron a embotellar parte de su producción de vino.

Actualmente en Sangenís i Vaqué conviven dos generaciones de la familia: Pere Sangenís, fundador de la bodega, y Maria y Núria Sangenís, hijas de Conxita y Pere que se incorporan en el año 2006 como enóloga y administrativa, respectivamente. Una buena combinación de experiencia, tradición, conocimiento, juventud, innovación y modernidad. María fue la encargada de hacernos la visita pocos días antes que cogiera unos días de merecidas vacaciones. Le agradecemos la deferencia de llevarnos por sus viñedos y poder sentir bajo los pies la tierra de llicorella tan característica de la zona, disfrutar de preciosas vistas de Porrera y conocer de primera mano cómo cuidan y trabajan la tierra. 


Ya en la bodega, María nos explicó el proceso de vinificación que siguen y que empieza con la fermentación alcohólica en depósitos de cemento revestidos de gres original. Son en total seis cubículos de unos 130 años de antigüedad que cuentan con diferente capacidad y están repartidos por la planta baja de la bodega. Pere decidió mantener estos depósitos ya que en ellos preservan de mejor manera la fruta procedente de la variedad. Estos depósitos, de 50 y 100 Hls. son ideales para la fermentación alcohólica y maloláctica, y asépticos gracias al relleno de epoxy en las juntas. En la primera planta han dispuesto la sala de barricas formada principalmente por unas 200 botas, de 225 litros de roble francés y algunas de roble americano tratado en Francia, y que tienen como objetivo estabilizar el vino que reposará en ellas como mínimo 12 meses.  Aquí llega el vino separado por variedades excepto la garnacha y cariñena, que se ensambla con anterioridad.

En la degustación probamos todos los vinos que integran su gama. Cinco tintos, un vino blanco y un vino dulce. Su filosofía de vinificación mantiene la idea que hay que dejar al vino evolucionar tanto en la barrica como en la botella. Por eso, sus vinos tintos permanecen como mínimo tres años en la bodega antes de su salida al mercado:
LO COSTER BLANC 2012: único vino blanco de la bodega y proyecto personal de Maria Sangenís de producción muy límitada, unas 300 botellas. Elaborado con las variedades de garnacha blanca y macabeu (de Porrera y Torroja) y crianza en barricas nuevas de roble francés durante 8 meses. Vino de color amarillo paja, propio de la crianza en bota. Blanco con alta personalidad en nariz, recuerda a las avellanas tostadas en boca. 
SANGENÍS I VAQUÉ 2008: vino tinto elaborado con garnacha, cariñena y algo de syrah. Presenta una buena estructura y la mineralidad típica del terroir de la zona. No pasa por barrica.
DARA 2008 y 2009: vino tinto elaborado con garnacha, cariñena y merlot (45% - 45% - 10%) y 12 meses en barrica. Mientras que en la añada 2008 predomina la mermelada, algo de anchoa y escalibada en la 2009 hay una tanicidad lateral, con aromas más terciarios, fruta fresca y notas de vainilla.
VALL POR 2004: vino tinto elaborado con garnacha, cariñena, cabernet y merlot (35% - 35% - 15% - 15%). Muy directo en boca y con un largo posgusto.
CORANYA 2011: vino tinto elaborado con garnacha y cariñena. Un 50% descansa en barrica nueva y el resto en barrica de segundo año del vino Monlleó. También tiene algo de barrica de roble americano. Potencia, elegancia, suavidad y sedosidad en boca, con larga acidez y notas de toffe y café. 
CLOS MONLLEÓ 2000: vino tinto elaborado con cariñena y garnacha (50% - 50%) de viñas viejas y en barrica nueva de roble francés. Mayor volumen en boca, taninos de fruta, largo, con estructura, potente.  Presenta notas de tabaco y chocolate fino. 
SIMFONIA EN DOLÇ: vino dulce natural elaborado con garnacha y cariñena deshidratada (90% - 10%) vendimiada en septiembre de 2007 y 2009. Suave concentración de aromas, ideal para adentrarse en el mundo de los vinos dulces. Se presenta en un precioso y acertado packaging.

Sangenís i Vaqué es una bodega del Priorat tradicional e integrada por una sencilla familia que siente un gran respeto por lo que hace. Tiene un gran presente gracias a los vinos nacidos de la mano de Pere Sangenís y un gran futuro con Núria y Maria, que trabajan por un lado respetando y manteniendo la tradición y por otro, lanzando nuevos vinos que amplían la imagen de la bodega hacia nuevos mercados.

martes, agosto 05, 2014

Masia de la Roqua: tradición, juventud y preparación en el Garraf

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Hace varias semanas asistimos a uno de los fantásticos maridajes de vinos y quesos que organiza la tienda Xerigots de Vilafranca del Penedès. En esa ocasión la bodega invitada era Masia de la Roqua, ubicada en la provincia de Barcelona en la comarca del Garraf. Y nos gustó tanto la explicación que realizó el joven propietario de la bodega, Jot Camps, así como la personalidad de sus vinos que decidimos unos días más tarde visitar su bodega junto con nuestros amigos Edu y Trini.

Masia de la Roqua es una bodega que está ubicada en el interior de una “masía”, una casa de campo típica catalana, que cuenta con cientos de años de historia. La familia de Jot tiene constancia de la existencia de la masía ya en el año 1100 y de elaboración de vino sobre el año 1500. ¡Casi nada! En los años 70, la familia decidió abandonar la actividad elaboradora y vender toda la uva a otros elaboradores de la zona. Y así continuó hasta que en el año 2012 Jot Camps decidió empezar con su proyecto personal. De momento, produce unas 2.000 botellas entre sus tres vinos y empleando únicamente el uno por ciento de uva de sus viñas.

Jot es un joven de apenas 30 años que tras estudiar Ingeniería agrícola, Ingeniería agrónoma y Enología partió hasta Burdeos y Borgoña para poner en práctica lo estudiado y conocer de primera mano sus técnicas y procesos de vinificación. Tanto en la visita a Masia de la Roqua como en la tienda Xerigots percibimos que es un chico con personalidad y que, a pesar de su juventud, tiene las ideas muy claras. Claro ejemplo es la anécdota que explicó remontándose a  unos 15 años atrás, cuando en una vendimia su padre le instó arrancar la viña que tenían de sumoll porque era vieja, de baja producción y pagaban muy poco por esa uva. Al final Jot le convenció para que la mantuviera porque intuyó que algún día se podría hacer vino de esa variedad. Y efectivamente, así ha sido.

Empezamos recorriendo en un 4x4 una parte de las 30 hectáreas que poseen de viña de amplias variedades: xarel·lo, muscat grano pequeño y grano grande, macabeu, parellada, malvasía de Sitges, cabernet sauvignon, garnacha negra, marselán, tempranillo y sumoll. Estos terrenos están rodeados de bosque y también de “Margalló”, una planta protegida muy típica del Garraf. El terreno es bastante calcáreo y la roca madre está bastante cerca de la superficie, a pesar de estar únicamente a unos 200 metros sobre el nivel del mar. Es una zona con un clima más seco y caluroso que Vilafranca del Penedès y Vilanova i la Geltrú, por lo que la viña suele brotar más tarde y retrasa, por lo tanto, la época de vendimia. Por la tarde corre la brisa del mar mediterráneo que está a muy pocos quilómetros en línea recta. El trabajo en la viña lo considera muy muy importante y acostumbra a dejar las hojas para que cada una de las cepas haga su propia selección. Su objetivo es realizar el mínimo trabajo posible en la bodega para que el vino salga con la máxima expresividad posible de la viña.

La zona de vinificación y bodega la ubicó en la parte inferior de la casa, por disponer de una mejor temperatura. Allí reposan los tres vinos que conforman la gama actual de Masia de la Roqua, aunque su sueño sería elaborar un vino de cada finca:
ULIVEL·LA: es el primer vino elaborado por la bodega y es un joven monovarietal de xarel·lo. No obstante, ha empezado a añadirle malvasía y quizá incremente progresivamente el peso de esta variedad para darle más aroma. La crianza se realiza sobre lías durante unos ocho meses. El xarel·lo procede de una viña de unos 50 años llamada La Riera, a la que le da bastante sombra y que curiosamente se inunda cada 40 – 50 años. 
REPTE: vino tinto monovarietal de sumoll que supone todo un reto para Jot. Recordamos que está hecho con la uva de aquella viña que su padre estuvo a punto de arrancar hace 15 años. Es una variedad de uva autóctona de la que apenas quedan unas 90 hectáreas en toda Catalunya, con un grano velado y  con forma de huevo. Tiene una muy alta acidez y tanicidad. Fermenta en barricas de castaño y algo en inoxidable aunque este año ha optado por usar barricas de roble francés.
ROQUA: vino tinto vinificado al estilo de Burdeos 60% cabernet sauvignon y 40% garnacha negra. Realiza la fermentación y la maloláctica en acero inoxidable y posteriormente está 9 meses en barricas de roble y castaño.

Jot quiso obsequiarnos con una cata sensorial que realizamos rodeados de bosque y con unas fantásticas vistas hacia la viña del sumoll. Allí estuvimos probando sus vinos y charlando con él de su vida, objetivos y trabajo en su bodega. De entre los diferentes comentarios y reflexiones que hizo nos quedamos con el siguiente: “Vosotros disfrutad de los vinos. Yo estoy en un sueño”.